2007/05/05

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Los espacios alternativos suelen ser edificios, locales e incluso pueblos abandonados, que se recuperan declarándolos lugar de reunión popular donde se pueden poner en marcha iniciativas que no gozan, o no desean, de atención institucional, o para las que se desea abrir un sitio entre las rutinas de las clases trabajadoras.


Estas organizaciones pueden poner en marcha:


  • Actividades culturales: conciertos, exposiciones, teatro, cine o vídeo...
  • Cursillos y talleres.
  • Charlas y jornadas temáticas, generalmente con contenido social (ecologismo, análisis político y económico, sindicalismo...)
  • Espacios de ensayo para grupos musicales, teatrales, artísticos, para la producción de artesanías.
  • Asambleas y espacios para movimientos sociales, ONGs y campañas de reivindicación.
  • Organización de medios de contra información.
  • Puesta en marcha de iniciativas editoriales, ya sean literarias, musicales, vídeos, etc.
  • Espacios para la venta de material editorial ideológico.
  • Restaurantes, a precios reducidos, a menudo buscando poner en práctica métodos ecológicos de alimentación, como pueden ser vegetarianismo, veganismo, agricultura biológica, reciclado de alimentos desperdiciados por la industria alimenticia...
  • Actividades de propuestas alternativas en general, buscando experimentar con modos de vida y de trabajo que se desmarquen de una dependencia respecto a las estructuras estatales y las líneas de organización del trabajo marcadas por el neoliberalismo.

Se busca siempre diseñar algún modelo de auto gestión, que abarque:


  • Organización decisoria horizontal a través de asambleas.
  • Autofinanciación a través de lo obtenido con la venta de material editorial o producido dentro de las actividades programadas.

También se utilizan estos espacios con la intención de crear comunidades vecinales con planteamientos alternativos afines, o debido a la necesidad de soluciones a problemas de acceso a la vivienda.

Estos espacios varían, desde pequeñas asociaciones, asambleas de varias asociaciones paralelas, grupos de okupas, grupos de recuperación de pueblos... que pueden servirse de un pequeño local, edificios, e incluso calles y barriadas.


Como ejemplo: las comunidades alternativas de países del Norte de Europa (Alemania, Holanda, Noruega, ...), donde los movimientos sociales alternativos adquieren formas muy extensas y cohesionadas.

Dos casos famosos muy diferentes, que se pueden relacionar a esta forma de vida y a su fuerza de convocatoria, son la comunidad de Christiana en Dinamarca, o alguno de los barrios okupados de Hannover:

  • Chiristiana es una comunidad de unos 800 habitantes establecida de forma semilegal, con acuerdos con el Estado y el Ministerio de Defensa, en la que las decisiones colectivas y la aceptación de nuevos habitantes se toman de forma asamblearia .
  • En Hannover ha habido, frecuentadas por gente afín al movimiento punk . Se cuenta que fue como manifestación contra las injerencias de grupos de presión, que se comenzaron a celebrar las "Jornadas del Caos": Según esta idea, un sector con intereses financieros habría intercedido ante las instituciones para que el gobierno y las Fuerzas de Seguridad expulsen a un grupo de okupas de un barrio. Los punks respondieron con disturbios convocados cada verano, a los que se sumaban gran número de personas de diferentes países. Las instituciones respondieron con grandes despliegues policiales y militares. Con motivo de la situación, también acudieron grupos de ultraderecha , viendo una oportunidad de legitimar el enfrentamiento violento contra los grupos punks.

Estas comunidades a menudo se encuentran con la oposición vecinal, institucional o del sistema, o de grupos ideológicos contrarios:

  • Por oposición del resto de vecinos.
  • Por presión de los grupos de intereses inmobiliarios.
  • Se defiende la idea de que, en ciudades de gran actividad financiera o comercial, a veces los movimientos alternativos son reprimidos por presión de los grupos empresariales, que pueden ver en estas formas de asociación un peligro para su influencia, o señalarlas como factor de inestabilidad social o ciudadana. En estos casos, son de los primeros sectores sociales en apelar contra estos grupos, acusándolos de ser focos de delincuencia o disturbios.
  • En algunos casos, por ilegalidades respecto a impuestos sobre el suelo, la toma de energía eléctrica o las formas de comercio.
  • Por consumo de sustancias no legalizadas.
  • Frecuentemente, por constituir una fuente de oposición a políticas locales, los grupos de poder que las sostienen.
  • A veces son amenazados o agredidos por grupos de ultraderecha.

No obstante, no es infrecuente la aceptación y la convivencia ordenada, en muchos de los casos en que uno de estos centros o asociaciones aparecen en un barrio o pueblo.





“Pues tal vez sí, porque el “okupa” es el “okupa feroz” que se come a los niños crudos en la puerta del colegio o que te quita tu casa cuando sales a comprar una aspirina; y no queríamos monstruos debajo de nuestras camas cuando éramos niños, y tampoco los queremos en nuestra ciudad. ¿Pero realmente somos tan excepcionales la gente que okupamos?

Pues va a ser que no, vivimos en la misma ciudad que tú, también nos afectan los planes urbanísticos y el encarecimiento de los bienes de primera necesidad. Aquellos que se han acercado ya a una casa okupada o han conocido a gente que okupa, han visto que no somos tan diferentes. Nos levantamos cada mañana para intentar sacarnos las castañas del fuego, cogemos el metro y hacemos el mismo recorrido que muchos otros; estudiamos o confabulamos para intentar vivir de otra manera; y lo hacemos en el bar de la esquina, tomando unas tapas, o en el banco del parque. Somos los que distribuimos tu correo, montamos los escenarios de las fiestas mayores de tu barrio, descargamos la carga de los almacenes, damos clase a tus hijos en el instituto... Nos rompemos la cabeza para poder llegar a final de mes o a final de año, e intentamos buscar soluciones, como todo el mundo, ¿entonces por qué preocupan tanto los okupas? Pues simplemente salimos más en la tele, cuando los políticos no saben cómo dar respuesta a los problemas que nos afectan a todos; cuando necesitan un chivo expiatorio para justificar que su modelo de ciudad cívica no funciona más que para unos pocos. Así pues, ¿lo que más necesita esta ciudad en este momento es acabar con la okupación?


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