2007/04/04

тarтalo вegι вaĸarra


Tartalo euskal mitologiako izaki begibakarra da.
Elezaharren arabera, haitzuloetan bizi da eta gazteak harrapatu eta jan egiten ditu. Bizkaian Alarabi deitzen zaio.

Elezaharrak

Antimuño baserriko bi anaia ehizean ari zirela ekaitzak harrapatu eta Tartaloren haitzuloan hartu zuten aterpe. Handik gutxira Tartalo begibakarra azaldu zen bere artaldearekin, bi anaiak ikusi eta esan zuen:

"Bat gaurko eta bestea biharko".

Bertan, anaia zaharrena erre eta jan egin zuen. Tartalo loak hartu zuenean berriz, anaia gazteak eraztuna kendu eta sutan zuen burruntzi goria begi bakarrean sartu zion. Tartalo itsu zen, baina bizirik. Ardi artean arakatzen hasi zen gaztearen bila, baina anaia gazteak ardi larrua bizkar gainetik jantzi eta Tartaloren eskuartean pasa zen. Zoritxarrez, ordea, behin kanpoan eraztun salataria ozenki hasi zen oihuka:

"Hemen nago, hemen nago".

Tartalo atzetik atera zitzaion haitzulotik, eraztunaren oihuak gidari zutuela. Gazteak ezin zuen eraztuna esku hatzetik kendu, eta amildegi baten ertzera iristean, eraztuna zuen hatza moztu egin zuen. Tartalo gertu zela, behatza eta eraztuna amildegitik behera bota zituen. Tartalo haren oihuaren atzetik amildu zen betiko.



EL GIGANTE DE LAS MONTAÑAS

Dos hermanos del caserío Antimuño, de Zegama (Gipuzkoa), sorprendidos por una tormenta en medio del monte Zadar, mientras se dedicaban a cazar, se refugiaron en una choza. Al poco entró también un rebaño de ovejas, y un gigante con un solo ojo en medio de la frente, propietario de la misma. Era Tartalo, el temido antropófago, quien cerró la entrada de la choza colocando una enorme roca en la puerta.

Al ver a los dos hermanos, sentenció:
- Tú para hoy - señalando al más viejo de los hombres,
- y tú para mañana - señalando al más joven.

Tras lo cual atravesó al mayor de los hombres con un largo asador, lo puso al fuego y después se lo comió con gran voracidad. Luego se tumbó en el suelo y se quedó profundamente dormido.

Aunque muerto de miedo, el hermano sobreviviente colocó el pincho del asador en el fuego, esperó a que estuviera al rojo vivo y se lo clavó al cíclope en el ojo. Tartalo se incorporó dando alaridos, tratando de atrapar a tientas al de Antimuño. Pero el joven, se había ocultado entre las ovejas y las pieles que había por allí.

En vista de lo inútil de su búsqueda, el gigante apartó la roca de la entrada y se plantó en medio de la puerta con las piernas abiertas.

Haciendo salir a todo el rebaño por entre ellas, palpó a cada una de ovejas. Pero el prisionero, envuelto en una de las pieles, logra escapar. Para cuando el cíclope descubrió el engaño, el muchacho corría ya monte abajo.

Inició entonces Tartalo una pronta persecución, y como tenía las piernas mucho más largas que su perseguido, en seguida estuvo a punto de darle alcance. Aunque sin conseguirlo, pues el muchacho, en desesperación, optó por arrojarse a un pozo. También lo haría el gigante. Pero el de Antimuño, buen nadador, logró ponerse a salvo. Por el contrario, Tartalo, que no sabía nadar, pereció ahogado.

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